Rielas

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una

olvidada junto a un piano

una flor sin su fragancia
celebra ser simple madeja de pisadas

yo temo perderla entre mitades
entre los pasos de un bolero

ser un simple harapo en esa franja
entre un tango y su recuerdo

…..

dos

tanto merodear
las trayectorias de los pájaros que huyen

tanta huida ciega y aséptica
hasta la cicatriz más honda del poema

y tanto poema sin cafeína
frágil amor de labios que fingen ser bisuterías

1

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tres

no siempre
la soledad es la memoria lejos
tierno extravío a veces es este silencio mío

no siempre las mínimas gotas de rocío
se convierten en suspiros frágiles
y calamitosos

…..

cuatro

aprieto sus manos en las mías
sobre la estación de sus rodillas y espero,
siempre espero poder llenarlas

mientras ella arroja pedazos fríos y monótonos
desde aquellos barcos que aún tiemblan a la deriva
de sus viajes anteriores

2

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cinco

hay un silencio que llega arrastrando recuerdos
ya exfoliada la nostalgia se espesa

y la lluvia susurra con labios de ella
como dulce rocío adherido al desvelo

¿seré yo el amante sin fortuna, trueno fugaz o un silente cometa
cada vez que se duerma la luna, de la misma farola con trenzas?

…..

seis

y lanzamos nuestras efímeras redes
sobre el césped infinito del espacio…

como intentando hacer un íntimo inventario
entre las paseantes nubes

nos preguntamos: ¿qué realidades nos pertenecen?

y nos tendemos a soñar sobre la fina hierba

3

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siete

espacios peninsulares de su geografía
donde navega densa y boyante mi alegría

sus pies son dos atajos donde yo me reconozco
dueto fluido, arqueada hermosura donde riman mis ojos

para pintar con música a los escombros de la tarde
sus diez pinceles blancos y dos anclas levantadas para el viaje

…..

ocho

si el destino sumara su alegría con mis ganas
mis versos y mi alma -aunque yo esté lejos–
se quedarían hasta mañana

si fuese mía la audacia de los valientes
mía la astucia que a veces muestran los peces
con un solo hilo de su mirada yo amarraría mi suerte

4

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nueve

a solas es la eternidad

cosechar agonías al borde de la hora proscrita
y los pájaros rojos de la ausencia remiten toda memoria

cuando la tarde pinta la vida
con sus ligeros trazos de incertidumbres
y la melancolía llega en pequeños paquetes de improvistos

…..

diez

de soplar y soplar inevitable su risa
se enreda entre cayenas la tarde

y se amontonan los colores del paisaje

mientras el polen de la alegría
dulcemente atraca y se queda
en el tráfico hermoso de sus dos pupilas

5

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once

ella me trae en sus manos montones de luces distantes
son direcciones postales en estrellas lejanas

pero un día el amor

ese que persigue tan solo mariposas blancas
nos despertará sobre la portada de un libro de poemas
aún por publicar, de konstanz elú

…..

doce

buscando entre las premisas de otros años
algunas revistas de esas de adioses permitidos

hoy encuentro la edición siete tres nueve:

“deuda de besos sobre la bandeja
de su ombligo”

sonrío y de nuevo muero de olvido

6

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trece

sin ella, la poesía es letra varada

aquí estoy luna
y brindo por ella con mi botín de Sabina
entre versos de Neruda

mirándote habitar arrebatos
y celebrando tu eterno itinerario

…..

catorce

¿era acaso aquella alfombra de septiembre
el puente más alto desde donde yo la miraba caminar?

la luna siempre fue otra moneda
en algún bolsillo extraño

ahora la miro y en la estampida de recuerdos míos
palabra por palabra, se me va volviendo ajena

7

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quince

luna

yo me rindo
ante tu blanca estatura

guerrera radiante de redonda clausura

tanto gesto de tu milenario vuelo
y nunca aprendiste de veranos ni primaveras

…..

dieciséis

de memoria sé que la he perdido, pero
¿cómo treparán estos versos?

¿cómo es que subirán
esta noche tan densa y tan oscura

solo para tocar
los labios flacos de la luna?

8

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diecisiete

recuerdo que desde siempre quise tener dos fogatas
una violenta de letras y alta
de cara al viento

otra bajita y calma
con la semblanza del agua
donde naveguen sus manos, sus pies y su pelo suelto

…..

dieciocho

quiero escribir

letras que trepen hasta anochecer con su nombre
palabras que coloreen a todo este desorden tan torpe
versos que perfumen su ausencia

un poema que simplemente
me lleve a sus ojos

9

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diecinueve

las bandadas de tardes de abril
transcurren más lentas

la vida pesa como la letra
de una canción casi olvidada

y entre tardes de sol o de lluvia
vamos heredando del sosiego, las edades

…..

veinte

la instancia de todo margen sediento
es una latitud marítima
dibujada en forma de puerto

y para evitar otra fuga de instantes
amarra la tarde a su vendaval de ojos
otra larga eslora de sueños

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veintiuna

atardece

unas piedras posan desnudas
para ser esculpidas por largas sombras

el recuerdo sucumbe a sus aristas
y nos llega dispar pero tan eficaz

entonando siempre su vieja melodía de ola

…..

veintidós

no es el hilo tendido
y tenso a pasos de sus coordenadas

es mi alegría llena de despertares rodando desde los tejados

no es el pájaro en la rama
ni la pleamar lo que a mí me gusta

es ese canto diminuto asomándose al resquicio lo que rasga

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veintitrés

la nombro y percibo su desnudez
como desde una caricia pirotécnica

tras bastidores
allí donde se ensancha
el cuerpo del cuarzo en suave aliento

como en la tormenta de tantos naufragios pero sin un barco
como en la lata vacía donde sortean su vuelo los amaneceres

…..

veinticuatro

la duda

siempre cuida al golpe certero del recuerdo
cuando éste lame su herida

y cuesta entender desde su hermosa conjetura
con tanto pelo suelto y alegre bailando en la cara
que aún es ese árbol que crece sobre el piso de mi poesía

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veinticinco

ingravidez de lo impar no es otra cosa
que lo que sustenta a un suspiro

sobre el cortapisa de la nostalgia
se desinfla la cordura de la noche

despeinada la luna siempre pende de un hilo
que acerca y aleja las formas humeantes de los recuerdos

…..

veintiséis

amaneceres sin alba
y se despliega el asfalto del poema
sobre el mediodía del recuerdo

y justo allí es cuando la alcanzo
sobre la grieta mas limpia del día

en la rendija mas ruidosa del agua
ella llega con su mejor regalo: un hermoso montón de palabras

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veintisiete

menos mal que todos tenemos un verso inaugural
por donde vemos a la poesía como a un salto mortal

y menos mal que el cielo de sus ojos claros
viene cayendo sobre el mar

donde mis versos se acostumbraron
y ya la luna vuelve a girar

…..

veintiocho

no es solo el silencio
sino la falta de sus ruidos

no es la hoja seca sobre la humedad del camino
es aquel transeúnte y el privilegio de su suerte al pisarla

es la tonta memoria de octubre sobre las empalizadas
y las ventanas de la nostalgia ante los amaneceres

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veintinueve

la luna baila a la deriva
intentando mediar su cuerpo de ánfora metálica
allí donde yo guardo mis recuerdos

crepúsculos que emergen
desde aquellos lingotes de páginas tatuadas
por el fluido ensordecedor de sus palabras

amo su densidad cortada por el filo de la ausencia

…..

treinta

es este oficio delirante de mirar unos pájaros
poblar de colores a los travesaños

es el peligro tan eminente de no tenerla
y de nuevo caer en la trampa de no saberla

es este poema que duele a palabras
escritas justo al alba

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treinta y una

un beso extraviado atraca siempre discreto
en el puerto menos exacto del gesto breve
de una caricia

un beso muriendo de miedo es la lentejuela en llamas
que arde temblando sobre el piso de la noche

o en el borde más apretado de una almohada

…..

treinta y dos

tensa como un arco y su flecha
me gusta mirarla desnuda

lanzada como una piedra
como simple ofrenda a la luna

mi corazón anda gritando fechas
y palabras de amor que nadie escucha:

¡escuchen cómo golpea cuando la nombra!

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treinta y tres

el océano de sus ojos se poetiza al límite

y sin embargo, la terca chimenea que estrena olas
y mareas sobre las alfombras, luce tan lejana

no vislumbra el calor de la fantasía en los amores eternos
que sobreviven abrazados al verso

suspiro y silencio como único gesto y su mirada trasciende
en los monitores del planeta

…..

treinta y cuatro

escribí dudas en cuerpo y alma
y recorrí centímetros diseminados de otros amores

luego llegué a ese barrio luminoso de su piel
y me di cuenta que nunca antes tuve una dirección postal

miré el sarcasmo de mi destino en su mirada
y era la advertencia del amor escrita en sus ojos

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treinta y cinco

notoriedad la de la luna
en aquel flujo lejano de palabras
despeinadas por el filo de la noche

seguramente fue en ese flash incandescente
cuando la buscaba entre ráfagas de tanto silencio

lo que al final, me dejó hecho un espejo

…..

treinta y seis

viví diámetros oscuros
subiendo por escaleras sin horizontes

tuve presagios de lo posible
y fui prisionero fingido de lo eterno

solo en los hangares de la poesía
es donde una lágrima se hace verso

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treinta y siete

la poesía es la versión más técnica
más útil y pintoresca del suicidio

un beso es quizás la vestidura ideal
del deseo

de eso se trata todo en la vida: “breakfast at tiffany’s”

y al final de los finales quedará un recuerdo: el mar en 3D y en HD

…..

treinta y ocho

reparar e intentar volar con el ala que nunca sirve
es otra forma de transitar distancias

más allá de las ventanas
flotan unos suaves y tercos confines
donde la luz aprende su trayecto a las pupilas

como la música borracha, que atraca
dulcemente en los oídos y después se va hasta el alma

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treinta y nueve

ella mira la paciencia del otoño
tejiendo su vestimenta inmensa de hojas
con los setecientos treinta y nueve tonos del ocre

y desde el reducto del pájaro suicida
que sobrevuela al árbol-poema jamás concluido

que la eleva o la redime a riesgo de la lluvia

…..

Cuarenta

pasa a veces que dos manos parecidas
son las tijeras y el chasquido

dos gotas irreverentes de agua
entre los rosales del mármol lunar

¿y qué nos queda de aquellas noches
frente al fuego, cuando nuestras manos
eran las que dictaban la simplicidad de unos sueños?

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cuarenta y una

luna manchada de aries

aquí se precipitan como moretones de lluvia
o quizás, como la pólvora sin blusa
fríamente, las eternidades

indómita tristeza produce mirar el lápiz roto
que sangra al poema ante el silencio insomne de una estrella

…..

cuarenta y dos

sobre el litoral de la primera página
del libro sin autor, sin figuras
ni palabras

se asoma el croquis del viaje final

itinerario desolado
el del amor colgado de una hoja
desde los tiempos de la erosión del agua

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cuarenta y tres

amariza otro viernes
sobre el ajimez de sus ojos claros

y se va quedando septiembre
con ese tono verdiazul de la melancolía

esa que despeina al aire mientras la busca y la rodea
hasta convertirla en mi bandera de letras

…..

cuarenta y cuatro

alcanzarla
en la desnudez abrupta de unos lirios
para luego soltarla en la explícita redondez de unos anillos

sé que me falta poesía
y una coincidencia de río creciente en sus ojos
pero yo quiero es trepar todos los surcos de su geografía

ser musgo por encima de tantos pétalos

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cuarenta y cinco

para leer en voz alta unos versos a sus pies descalzos
dibujo soles blancos en todos los idiomas y rincones del planeta

sin alas ni norte, pero intacto y escueto entre los más iracundos

remito todo lo suyo al mosaico gris de una tarde
donde mis ojos tallan el milagro de su nombre
junto a mis fogatas

…..

cuarenta y seis

¿será este aroma, evaporándose desde el puerto de su ternura
lo que finalmente desnude mi nostalgia bajo los temblores
corredizos de la lluvia?

¿será una coartada para la azul clausura
o el secuestro del agua y la sal sobre las mejillas
lo que cierre sucursales en las corolas blancas de mi alma?

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cuarenta y siete

un día amanecerá en letras
más allá de la cremallera de los ojos

y todo sea por dirimir ese deseo estrafalario
de unos colores desmenuzando la espesura

la memoria de los años nos la venderán
ya fabulada en doblados magazines

…..

cuarenta y ocho

era ella

quien pintaba de olvido a los amores furtivos
de unos trovadores eslovenos

y crujían las ramas al canto curvo del fuego
desde lo que una vez, según otros poetas
era el continente de su espalda

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cuarenta y nueve

su voz
todavía es la que enreda los dedos largos del mar
a los arrecifes de mi pensamiento

ella es quien inaugura la temporada de las luciérnagas
ella quien me cierra el alma hasta la transparencia
con la dulce serenidad del agua

…..

cincuenta

una vez conté catorce catedrales
en un barrio de sus caderas mientras la luna
hacía fintas sobre sus piernas color resina poliester

luego la vi caminando malabares sobre la cicatriz del poema
en la quinta página del cuaderno donde yo cosechaba amaneceres

otro día ella me rompió la infraestructura digital del vuelo
exactamente en el cordón umbilical de todas mis preguntas

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cincuenta y una

torpe afán
tanto esfuerzo por alcanzar la metáfora
cuando llega la tarde festejando su proximidad a los ojos

ilusa fantasía
que finge fechas y roba escombros de letras
para tocar su risa que resbala al azar en la premura de las corolas

…..

cincuenta y dos

rompe el agua la entereza de las formas
y el metal hace alardes de torpeza

sin un rostro para resignarse
sino el manojo de luces que comparten las promesas

apenas somos luces y sonidos hasta más allá de esa intersección
donde la oquedad se cierra como un párpado presuroso

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cincuenta y tres

la belleza de la soledad
radica en la fragilidad de sus fisuras laberínticas
que son como lentos ríos que festejan ser venas tras bastidores

mientras se enredan y desenredan a capricho de la nostalgia

hasta perderse en la nada deshuesada del pensamiento
como parte de ese pentagrama musical que ansiamos escuchar

siempre

…..

cincuenta y cuatro

su suave quemadura
se me hace lluvia en las manos
la miro y me aferro a los ardores del pasado

mirarla es como volver a arrimar ese espejo
amarillento y polvoriento de los años

entonces me habla
y me doy cuenta que los sueños están hechos de palabras

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cincuenta y cinco

todavía busco
aquel lunar solitario exento de coordenadas
en el más remoto e imposible municipio de su cuerpo

la extraño
pálida y segregada de silencios
remontada por los estragos de sus viajes anteriores

…..

cincuenta y seis

desde los ramajes del poema
me gusta sentarme frente al mar

y mirar el poliéster policromático del sueño
donde Calíope daba vida a sus viejas nostalgias

hasta más allá de la latitud inútil donde Ulises suspiraba
su ansiado momento del eterno naufragio

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cincuenta y siete

mi océano infinito de ilusiones blancas

déjame en aquel puerto traslúcido de zarpazos
donde cada noche yo cosechaba estrellas y letras
hasta completar su nombre

¿en qué fragmento indescifrable de su mirada
perdí yo la geometría de faro alcanzado y en qué cuaderno mío
no pinté para ella un paisaje de playa lejana con palmeras y pájaros?

…..

cincuenta y ocho

yo la amé inmóvil sobre raudales enormes
de silencios con el simple galardón de mis temores

¿cuánto tardé yo en hacerme temblor
sobre el “mientras” de su sonrisa?

¿qué no hice, para distraer aquellos inviernos
cuando ella me mostraba sus apuntes con poemas de Frost
o los de Dickinson?

29

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cincuenta y nueve

otros los de antes

los que despertaban las casualidades del tiempo
soplando entre la niebla a la luz ausente de la noche

los que rompían sus miradas en la premura de las golondrinas
y sobre las rodillas escritas del mar

los que bailaban al pie de un dios invicto
mientras Eos entonaba cantos limítrofes a esta canción de ahora

…..

sesenta

hoy adjunto el ruido que el destiempo extravía

voy a desvestirme de las escamas del día
de esa sombra tímida que arrincona a los pájaros
y luego voy a buscarla

a encontrarla

y aunque la vida opte por desafinar
ella entenderá ca da sil bi do

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sesenta y una

de tanto nombrarla
se me va otra tarde en los ojos de mi chiquita fea

a pesar del ruido agónico de los colores
y a pesar del vuelo inadvertido de tantos pájaros

es tanto ese oficio sin pausa en el canto de unas olas
sobre el ropaje marítimo, incrustado y extendido en su mirada

es la fina enredadera de verdiazul encanto en sus ojos

…..

sesenta y dos

musitando el susurro que se agota
en el umbral de la vela encendida

es su boca
la portadora del séptimo cielo

la que yo deshojo beso a beso
hasta las tersuras sorprendidas del alba

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sesenta y tres

medra el musgo nunca la tregua
mientras se avecina la tormenta sobre la mies
de sus ojos claros:

como quien rompe amaneceres con la mirada
como quien decide mar en su último intento

como quien escribe “caricias” buscando cierta fama
como quien las borra luego, sin quererlo

…..

sesenta y cuatro

esta soledad de siglos colgando desde los confines del alma

¿es un gran solsticio de hermosas melodías plateadas
o acaso, un simple polvorín de estrellas?

breve, perpendicular y al garete; al borde de un abismo

¿es acaso la vida un elegante naufragio amarillo
o quizás, solo leche de tierra?

32

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sesenta y cinco

¿dónde encuentro yo ahora
las palabras de amor que me faltaron
para completar el crucigrama de su ausencia?

¿dónde, aquel vuelo de su risa de colegiala
que habitaba mis mañanas y dónde aquel poema azul
que ella apretaba contra su pecho de río pequeño, sin tinta?

…..

sesenta y seis

tendrá
mil razones -para adentrar sus misterios-
la tarde, ante sus ojos claros

y así enredar
mientras ella me mira, un sol más grande
a la sangre de estos versos

33

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sesenta y siete

ella es la dueña de las coordenadas en las que gira el viento

es quien ensancha las promesas y adjudica el lucro
de los ruidos entre mis tres ventanas
y dos puertas

quien recoge de mil maneras las cortinas blancas de la luna

es ella la que todavía pedalea mi vieja bicicleta
y quien perfuma todas las esferas

…..

sesenta y ocho

hay colores que traducen desencuentros

tropiezo con la nostalgia que resbala como un barniz por los ojos
cuando renacen esos mismos colores luego de las vigilias

debe ser este otoño que anda regado por la tierra
o los vándalos pájaros narradores

o quizás fue solo el ruido de la hoja seca
a la que mi pisada finalmente delató

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sesenta y nueve

de chiquita espuma
se van tejiendo los mediodías de su cuerpo

y al simple azar se junta al júbilo de sus formas
hasta alcanzar la circunvalación del color exacto
que a la deriva tropieza con mi sombra complacida

mi feita, siempre al costado izquierdo de mis aristas
descifrando esa ecuación que describe a la alegría

…..

setenta

hay amores eternos
esos que tienen nombres de tormentas, de plazas
de flores, de países, de marcas de café, de pequeña ciudad

y son esos los aromas que en los desvelos
quedan tendidos y secos en la viscosidad del alma

como procurando el más dulce y furtivo vuelo
de un quizás…

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setenta y una

ella llega y acelera los minutos en los relojes

se queda, y mi torpeza se revela
en artilugios y acuarelas de colores

en su mirada hay trenes
de esos mágicos que nunca llegan a los andenes

en su voz proliferan pájaros que descienden como aviones
y luego ascienden como si tuviesen cien motores

…..

setenta y dos

la amo con esa clase de temor tan expuesto
como las juntas de metal frente a la soldadura

con ese gesto que tienen las tempestades ante la hoja frágil
con el sobresalto del pez de hojalata frente al espejo

con esa forma de incendio irreversible pero tan dadivoso
que tienen las frases sueltas al pie del poema

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setenta y tres

como quien abre los ojos y elije
de los colores el que ya no existe

desde la constelación de sus párpados
ella me mira y grita al color de mi ceguera:

¡amor mío, aquí me tienes como a la hierba seca
esperando que tú seas la candela!

ah, mi dulce musa extranjera…

…..

setenta y cuatro

su nombre tiene ese nivel de acrobacia
que a mí me adormece sobre el costado más peligroso
de sus peripecias

su belleza es la que flota de los fríos retratos en mis paredes

ella es como esos torpes arrebatos
tan impredecibles que muestran los gatos
bajo la luna llena

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setenta y cinco

traducir a los ojos esos refugios tan distantes

yo prefiero interpretar hojarascas con guitarras de ensueño
y bailar un twist con mi farola con trenzas

entre los resquicios de la brisa en un do mayor
y preguntar por preguntar, simplemente a la luna:

¿cómo se pueden medir distancias
en el pentagrama caribeño de tantos versos?

…..

setenta y seis

me pregunto:

¿en qué playa la podré encontrar
sin que antes se pierdan en el mar,
mis dos velas?

si el perfume del ocaso me alcanzara
recostado sobre las letras de su nombre
ya escrito setecientas veces por el viento sobre la fina arena

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