Chilena


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Lunes 10 de febrero

Desde la patria de la primavera.
Cuando los primeros rayos del alba se presentan
y el mundo aún no se equilibra,

ya tú estremeces con una palabra escrita
los bordes blancos de mi alegría.

Lucía.
Deja que el mar cante a tus pies su serenata.

Que mi pensamiento ya está embarcado en ansias
con destino a tu puerto de miríadas.

Es en esta red imaginaria de hermosos viajes
donde la poesía es el motor que da la fuerza necesaria
a estos versos imperfectos

y a toda mi parafernalia caribeña
despuntando al sur para solo intentar tocarte.

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Viernes 14 de febrero

Mi primer asombro es mirar la rueda del tiempo
como un hechizo ante tus ojos claros.

Regalo inmerecido es tener que mirar tus labios rojos
todavía lo suficientemente invictos.

Mujer del delantal bajo tu paraguas narrando conmovida
cómo es que la lluvia de años se te viene encima.

Soplan los metros de viento y arrastran tus globos
llenos no de aire sino de vida– hacia inmensos campos de lunas.

Arrugas la cama con tus tímidas manos blancas
que de nuevo sucumben trémulas al volcán de tu vientre de agua.

Una canción distante llega rompiendo todo precario silencio
y haciendo añicos de tus más íntimos cristales.

Los brazos largos de un recuerdo te alcanzan –manantial de olvidos
arañando los pocos amaneceres lujosos que aún te quedan.

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Jueves 27 de febrero

Yo elijo ser “palo a pique” antes que un “boyante velero”.
Bajito para entender el devenir de las tormentas
que desenfundan desde esas miradas tuyas.

Contrario a esos vaporosos enjambres de sonrisas que te elevan.
Prefiero ser “cable a tierra” a ser un “globo ingobernable”,
para ajustarme a tu cintura cada vez que quieras.

No como esas “calamidades públicas”, tan sospechosamente imprevistas.
Yo prefiero ser “tu eterno accidente”. Entenderte sin sonido alguno
y de pie ante cada una de tus dudas.

Eternamente “pájaro en vuelo” y nunca el simple “vuelo de un pájaro”.
Olvidar el árbol, evitar las ramas y sin consultar bitácoras
de otros vuelos que tildan de sombra menuda
a este vuelo mío frente al faro.

Ser “diástole ventricular izquierda” rodando por las escaleras.
Sin el “ruido de un sístole”. Y asustarte por allí de vez
en cuando, sobre el piso de otros tantos puertos
tan maleables como estos versos.

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Sábado 1 de marzo

Fletando hermosos arcos iris nocturnos
para remontar “safe” en tus pupilas claras.

Embarco sobre el “césped” del sueño
por un diamante tantas veces ya prorrogado.

Tus manos mi “bullpen”
y tu sonrisa es mi eterna “lomita”.
Unos aplausos imaginados son la música de fondo.

Y me dedicas tu “séptima entrada”,
tu “lucky seven”, mi gitana,

desde la memoria compartida en “Wrigley field”.

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Domingo 2 de marzo

Y te parecerán muchos Lucía,
demasiados quizás– los pasos y peldaños
entre tus fotografías de niña y tus asombros de mujer.

¿Acaso Rilke, no el poeta sino el hombre
fue quien precipitó el barro de versos en la memoria
de tus zapatos blancos?

¿Acaso fue la mano de Dante
la que cerró las páginas pecaminosas
del infierno?

pues no…

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Jueves 20 de marzo

Mi Lucía,
esos eran amores de tan poca evidencia.
Como grandes ríos inmóviles.

El resumen de las clepsidras,
otros crepúsculos de efemérides luminosas.

La fugaz estructura de los desmanes.
Un pecado amarrado a unas piedras bajo el agua.

Eran esfinges con tantos secretos
como para quererlas tanto.

Tú y yo fuimos aquellos jueves sin brazos
a la sombra de unos arboles.

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Lunes 24 de marzo

Tú eres la que baila catetos
al ritmo suave de las hipotenusas del agua.

Quien caligrafía flores pequeñas y hojas sin punta
a los otoños que heredé yo.

Eres quien renuncia a su memoria extranjera.
Quien suele madurar a las frutas inaccesibles de labios.

Quien deshiela las semillas sinoviales planas de su ADN

y las convierte en larvas,
de esas que tributan letras en este poema.

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Viernes 16 de mayo

¿Sientes cómo pesa el tiempo
cuando se nos muestra esta densa melancolía
como a un trofeo con su magnífico equipaje?

Yo quiero es tu alegría aquí tendida como un día.
Abierta y sonora. Luminosa como un viaje
con el que he soñado yo toda la vida.

Tú eres como el ruido de los enjambres.
El vuelo en ascenso de la felicidad en mi cara.
Esa pequeña ventana donde yo me detengo a testificar.

Atrapada en tus formas de amante extranjera.
Así te miro. Vaporosa y trayendo en tus manos
tus banderas en alto hasta la textura de mis sueños.

Yo que ando con este aroma lacustre de niño artesano.
Y te asomas tú. Como pedrada alegre y exacta en la oscuridad
en este resbalar sobre vidrios escurridos al azar.

Retozando todavía con flores del jardín de otros amores.
Tú vienes y ya casi llegas. Desvistiéndote en la noche.
Inconclusa. Desconchando tus pisadas. Pintando lunas para mi.

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Lunes 26 de mayo

Sí.
Igual que tú, he visto la película más de tres veces.

He leído varios poemas de Ivonne Gómez Ledezma
incluyendo ese que me has enviado.

¿Verdad que las piernas de la Marilyn parecen dos misiles
que apuntan desde ese poema de Ivonne?

Pobre Vincent Vega, el gran seductor.
Desnuda estrellas de cine pero a la hora traslúcida.

Ahora imagino los temblores al paso del aroma de Mia
y sus manos se me hacen luces sobre la cáscara de humo.

Plenitud del twist que estalla sus hilos en las arterias
y define las estalactitas que resbalan de las palabras.

Es el twist lo que moja ambos pies de su nombre
y dibuja cigarrillos blandos sobre la página de preguntas.

¿Verdad que sus senos semejan peces muertos
que huyen de un dedo hambriento
en la pecera rota del deseo?

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Viernes 6 de junio

Ciertamente,
Lourdes lloraba a las seis de todas las tardes.

Cuando el mundo cerraba cielos frente a sus ojos
y Rogelio partía de nuevo, a la guerra.

Yo nunca la supe mirar con ojos de niño.
Ni protagonizar un modelo para ese tipo de clausuras.

Aprendí a vivir en el vuelo. Aquel de la misma índole
apenas visible, desde el cuello elegante de sus palabras.

Y desde los escombros de unos cuantos instantes
que aún flotan desde el exilio permanente de sus lágrimas.

Ahora que está muerta
me toca comprender su esquirla luminosa.

Esa blanda alquimia de la locura.

La ecuación pirotécnica
del jaque mate.

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Domingo 15 de junio

Pero entonces, Lucía.

¿Cómo no temer a la muerte más allá del soplo de frío,
el silencio implacable y la multiplicación del olvido?

Si yo fuese capaz de esculpir solo con versos
esos pedestales de sueños que yo jamás he tenido.

Si fuese casual esta feroz aventura
de saberme un abismo de posibles no aprendidos.

¿Acaso corazón mío, es esa piedra disfrazada de luna
en noches como ésta, más allá del nudo, apenas un hilo?

O es solo coincidencia (que no basta) lo de la lluvia
y las horas que llegan estropeando recuerdos, ya idos.

Tanta la inocencia de una mirada, lo que resucita
al santo bocado para las ansiosas mentiras que a veces te digo.

Y sí de vuelta al sepulcro estallan de ira en la cara del viento
dos lágrimas filosas sobre el camuflaje de un:

¡Vente conmigo!

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Lunes 16 de junio

Eres tú quien traduce para mí
las canciones del viento.

Sonríes a los monitores en noches de luna
y descarrilas los gramos de la locura.

Eres tú Lucía, quien rotula los mejores trinos del alba
siempre entre los coloridos ramajes de tu blusa más ancha.

Te presentas y arañas
las sombras del silencio que habito

y remites mis pasos
hasta la dulce alambrada de cercanas palmeras.

Me dices que me amas. Justamente al instante en que mis manos
tallan el milagro de tu nombre en mitad de un poema.

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Miércoles 2 de julio

Sé que nunca has pretendido
ser el fuego cruzado

ni la alegría en las alas de un salto
en ninguno de tus retratos.

Pero has entendido
que en la cosecha de las prioridades

de tus asombros diarios,
fuiste siempre el pedal y nunca los frenos.

Pero lo que quedó enganchado en los garfios blancos de la luna
aquella noche, junto al sticker price de tu bici amarilla

quizás, fue solo el «pronto adiós»
al vuelo alegre de los mil pájaros que te atribuyes,

y jamás la fecha rota sobre el calendario,
que al final, fue lo que más te dolió en las rodillas.

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Domingo 20 de julio

Ya tú sabes
como riela este corazón.

Cuando lo sorprende la noche
mirando desfilar la desnudez de la luna

sobre la palidez imaginada
de tu cuello.

Así reconoce y guarda las quimeras,
como un niño que reconoce al estuche donde guarda

sus barquitos de papel a la deriva.

Le pasa como al viejo poeta
que desmantela sus bocetos de sueños y se queda

con las manos abiertas esperando el rumor de la lluvia menuda.

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Jueves 7 de agosto

Cuando la luna nos canta
sobre la fogata inmóvil de la soledad

nos damos cuenta
de las inmensas calamidades del mar.

Cuando el olvido entra sin sombras
y toda ilusión,

súbitamente nos abandona.
Es para irse a mirar en espejos de otros sueños.

Cuando el amor se nos acaba
y las fantasías que nos adornan el alma,

se evaporan. Es para dejarnos de pie,
irreconocibles, en mitad de un desierto.

Cuando el tiempo de amar se desviste de sus horas
y nos deja sorprendidos, tendidos y secos.

No hay palabras para reconocernos.

Cuando tú y yo, un día nos encontremos solos
al estallido de una última aurora.

Déjame decirte, que siempre seré yo. Estaré
callado y sin memoria.

Minúsculo pan. Tuyo Lucía
en lo que te dure un suspiro.

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Domingo 24 de agosto

Mira cómo pasa el tiempo y todavía tu voz me alcanza.
El viento que viene del sur te trae pequeñita, aún invicta.

Caminando descalza,
eres la música que llega encendiendo recuerdos

alegres, hermosos y perfumados,
como los viajes.

Todo vuelve,
vuelve a las horas que llenabas con tu ruido.

Toda piedra, toda hoja,
aquí te recuerdan en formas de alegría.

Esas horas que vuelven,
llenan mi soledad con tu aroma de flor.

Ahora cierro los ojos para que entres tú,
como entra la luna en la oscura noche.

Para que flotes en el viento como esa luna,
en formas de nostalgia sobre los ramajes

de estas simples palabras.

Luz lejana, diminuta y tan estruendosa;
tú arrastras lo mío hasta tu orilla.

Anhelos por ti, como mareas, titilan en fotografías
que miro ahora, bajo la lámpara breve de otros tiempos

en que tu olor a duraznos y todas tus formas de mujer
surtían tímidamente mis brazos.

Ahora bosteza la nostalgia sobre la línea marrón de mis ojos.

Tú has dado a mi vida esa curvatura
de los días y noches en que no estás.

Eras la geografía de mi tiempo.
En ti reposa mi brújula. En ti guardo todos mis mapas.

Un día te fuiste sobre las mismas huellas
en que venías hacia mí.

Vestida de llovizna fría, llevándote al mar en tus manos
y a toda mi textura de alga.

Quedé solo con estos versos retratando siempre
la misma distancia de pájaro en sutil desvelo.

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Lunes 25 de agosto

Hoy te asomas y me salvas del vacío.
Pero luego, me dejas suelto entre estos versos
en las que siempre me pierdo yo.
Como un alcatraz haciendo humaredas mortales.
Quebrando cantos ante el espejo donde baila la noche
para el asombro, a cántaros de la luna.
Un pensamiento merodea la forma inútil de mi almohada.
Entonces, tú me quedas reducida a una simple frase, pequeña
bajita y fría, a la que busco, describo y ansío.

Para mañana, mejor hazme un sol con los metros de tu risa
y déjame alucinar. Déjame soñar que puedo inventar fases de lunas
y enredarlas en tu pelo. Mi chubasco vestida de sosiegos.
Déjame alimentarme, otra vez y otra
del menú de tus sueños más elegantes y secretos
para después morir unánimemente en tu densidad.

Deja mi cadáver tendido sobre las aceras, al lado izquierdo
de los escombros que me quedan de tu voz.
O más lejos, en cualquier línea fronteriza o divisoria
que yo te alcanzo por las cornisas de las letras de tu nombre.
Lanza tus piedras contra esta frágil distancia de puerto.
Señálame, márcame, y si quieres maldecir; ¡maldíceme!
Que yo ya vengo de regreso y sangrando
por la ruta más destartalada de estos poemas míos.

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Martes 2 de septiembre

Andará el viento mordiendo lunas
en tus mejillas pálidas.

Desde mis ojos otra luna fluorescente de caña brava
aún te recorre toda, como un río bajando a ciegas una colina.

Quiero empaparme. Lanzarme mar adentro pero contigo.
Hundirme y flotar. Silbar en tu azul idioma.

Sentarme a pescar y buscar caracolas
en las orillas de tus bordes tibios.

Yo amo tu cuerpo tendido como un libro abierto.
Como un pensamiento escrito.

Amo esos momentos en que estás expuesta
como una pausa en la que yo vivo y respiro.

Tú eres la grieta por donde escurre el tiempo mío.
Soplan las horas. Anarquía total en los minutos compartidos.

Canta al cielo este corazón alegre hecho un fonógrafo
o un eco delgadito.

Aunque distante. Yo te miro y en trópico de tus ojos claros
fotografío este sosiego.

Qué alegría saber que existes
y que otro día, estarás conmigo.

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Lunes 15 de septiembre

Siempre bella te imagino entre cercanas palmeras.
Sentada alegre en algún solar al viento.

Entonces sonríes y se derrama mi pensamiento
sobre tu sombra tendida en la arena.

Bella. Eres bella y llamarte bella me gusta.
Y no solo por así llamarte de algún modo.

Bella. Bella. Tú eres ese timbre que anuncia
que mi tristeza renuncia cuando te nombro.

Tú convocas toda ilusión Lucía
desde tus ojos claros.

Quiero pintar con mis colores por dentro y por fuera
tus manos, tus pies, tus labios flacos.

Quiero que tú seas mi bandera.
Quiero tu tenso ardor y todos tus globos a mi costado.

Para vencer la soledad ahora escribo versos
en las butacas de los cines de esta gran ciudad.

Para amarte más, te llevo como lleva un preso
esa multitud de horizontes que ya no puede alcanzar.

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Miércoles 1 de octubre

Así como pesa una piedra
estos versos nacen con alma.

Quiero sembrar toda la tierra
con palabras Lucía, con palabras.

Lentamente atraca el silencio
cuando menos se le espera,

hace artilugios y convierte en versos
y vuela, como ingrávida mariposa, vuela.

Son versos que por el aire acompañan
esta pasión que a mi corazón desnuda.

¿Son mis versos de naturaleza extraña?
Calcando a Neruda ando yo, a Neruda.

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